Fotografía
by A. Fidalgo
La
lección magistral, también llamada clase magistral, es un método docente que
básicamente consiste en la transmisión de información (o conocimiento) por
parte del profesorado al alumnado de forma unidireccional. Dicho de otra forma,
el profesor habla y el alumnado escucha (o intenta escuchar).
Según
el informe sobre “Propuestas
para la renovación de las metodologías educativas” la clase magistral tiene las siguientes fortalezas:
- Permite estructurar el conocimiento.
- Favorece la igualdad de relación con los estudiantes que asisten a clase.
- Favorece la asimilación de un modelo consolidado en cuanto a la estructura y dinámica de la clase.
- Permite la docencia a grupos numerosos.
- Facilita la planificación del tiempo del docente.
y tiene las siguientes debilidades:
- Fomenta la pasividad y la falta de participación del estudiante.
- Dificulta la reflexión sobre el aprendizaje.
- Provoca un diferente ritmo docente/discente.
- Discentiva la búsqueda de información por el estudiante.
- Limita la participación del estudiantado.
- No favorece la responsabilidad del estudiante sobre su propio proceso de formación.
Evidentemente
todas las personas hemos recibido clases magistrales y sabemos que algunas
fueron maravillosas y otras imposibles de seguir. Pero ¿qué es lo que
diferencia una buena clase magistral de otra que no lo es?
La inversión de tiempo en su preparación. Por ejemplo,
para impartir una conferencia (que es muy similar a una lección
magistral) se dedica mucho tiempo a su preparación, se elabora material de
apoyo (normalmente a través de presentaciones), suelen ser entretenidas,
presentan lo más relevante y captan la atención. Evidentemente el secreto ha
sido la preparación. Cuanto más tiempo se tenga para preparar la lección
magistral, mejor saldrá.
La motivación. Una de las cosas útiles de las clases
magistrales es que las personas podemos transmitir sentimientos. Si algo es
importante para el alumnado es que se le motive. Es totalmente imposible
motivar al alumnado si el profesorado no lo está. El profesorado transmite de
forma involuntaria lo que siente. Por este motivo suele impartir mejores clases
magistrales el profesorado con vocación que el que no la tiene. Una
recomendación: hay profesorado que motiva a su alumnado poniendo ejemplos de lo
importante que es su asignatura (por ejemplo que se utiliza para los viajes
espaciales). Eso está muy bien, pero o entre su alumnado hay alguien que quiere
ser astronauta, o no les motivará. Lo verán tan lejano, tan difícil de
utilizarlo que se desmotivarán, procure poner ejemplos cercanos al alumnado. Un
buen consejo, mantenga la ilusión con la comenzó en sus inicios como
profesor/a
Los “cambios de tercio”. Es inviable
pensar que vamos a captar la atención de nuestro alumnado hablando sin parar
durante una o dos horas. Hay estudios cognitivos que demuestran que la novedad
de cualquier estímulo tiende a desaparecer a los 10 minutos. Por tanto emplee
10 minutos con cada nuevo concepto, después cuente anécdotas o ponga
ejemplos. Repita el proceso durante la duración de la lección magistral.
Fomente el pensamiento crítico y reflexivo (no la memorización).
Puede comenzar haciendo unas preguntas para comprobar los conocimientos de su
alumnado sobre el concepto que va a exponer y a partir de sus respuestas
comente y explique la relación con el concepto que va a explicar. También puede
hacer preguntas, no de tipo memorístico, para ver si han entendido el concepto
explicado y en función de las respuestas refuerce lo que ya ha explicado.
Fomente un debate, por ejemplo, haga un comentario relacionado con el tema
expuesto y pida que levanten la mano las personas que están de acuerdo y
las que no lo están. Invite a que defienda sus argumentos una persona de cada
posición y a partir de lo que digan refuerce el concepto explicado.